viernes, 25 de noviembre de 2011

Tomografia Computarizada Helicoidal

La Tomografía Axial Computerizada (TAC) fue el producto de la investigación de dos equipos, los del Dr. Alan McLeod Cormarcky Godfrey Newbold Hounsfield, por el cual recibieron el Premio Nobel de Medicina en 1979.

La TAC convencional proporciona planos axiales del cuerpo, a modo de secciones del mismo, que suponen auténticas «rebanadas», cuya calidad muchas veces es superior a la de los cortes anatómicos. Esto se consigue por medio del giro simultáneo del tubo productor del haz de rayos y de la corona de detectores. Un ordenador efectúa los cálculos de la dosis absorbida en los diferentes puntos que componen el corte durante el movimiento de rotación de todo el sistema, dándonos, finalmente, una imagen en una pantalla de televisión (scan).
Desde las primera imágenes del TAC, en 1976, se han ido sucediendo generaciones diferentes que buscaban una mayor rapidez de procesado de imagen, una mayor calidad de la misma, a la vez que intentaban conseguir reconstrucciones en otros planos diferentes del axial, con calidad suficiente y con unos tiempos de estudio cada vez más cortos.
Gracias a los importantes avances del hardware en estos años, se ha logrado un nuevo método de tomografía computarizada (TC), el TAC helicoidal (TCH), que aprovecha el giro continuo de detectores y tubo productor de rayos X con el movimiento continuo de la mesa de estudio. El conjunto de todos estos movimientos hace que la resultante sea una espiral o hélice. Con esta forma de estudio conseguimos que el tiempo útil sea el 100%, mejorando considerablemente el tiempo de exploración. Además, con este sistema, la captación de datos no es plano a plano, como en la TAC axial, sino que el resultado final es la adquisición de dicho volumen, por lo que al tener los datos de un volumen, podemos reconstruir planos en los tres ejes del espacio.

Esta estación de trabajo a la que transferimos las imágenes obtenidas con este TAC es, básicamente, un potente ordenador dotado de un complejo programa de tratamiento de imágenes gracias al cual se podrá manipular la información transferida del TAC en dos vertientes: reconstrucciones planares y tridimensionales.
Las reconstrucciones planares nos van a permitir la obtención de planos axiales, coronales, sagitales y también planos inclinados y curvos. Todo ello con buena calidad y en muy poco tiempo, lo cual va a ayudar mucho en la delimitación espacial de la patología. Con la reconstrucción tridimensional podemos además manejar el color que asignamos a un rango determinado de densidad, su transparencia e incluso su textura, por lo que asignando colores diversos a los diferentes rangos de densidad obtenemos unas imágenes espectaculares y de gran realismo. En este trabajo estudiamos diversas patologías orbitarias, haciendo especial mención a la patología traumática, vascular y tumoral, presentando ejemplos de fractura orbitaria, fístula carótido-cavernosa espontánea, osteomas frontales múltiples con afectación orbitaria y tumor mucoepidermoide de seno maxilar con afectación de la órbita

Las reconstrucciones tridimensionales abren un nuevo campo en las posibilidades de diagnóstico por imagen, del cual puede verse beneficiada la oftalmología.

Aunque por el momento no consideramos sea técnica de aplicación sistemática, teniéndose que valorar variables como el coste, tiempo de realización, experiencia del médico, etc., y por tanto no desplaza a las reconstrucciones planares o TAC convencional, cuando se vayan sentando protocolos rigurosos su uso se extenderá sin ningún género de duda, dada la calidad y la espectacularidad de las imágenes tridimensionales que es posible obtener.

Para finalizar y hacernos mejor una idea del valor de esta técnica, quisiéramos destacar, que en una estación de trabajo podemos incluso presentar en la pantalla imágenes de forma continua, lo cual produce un efecto de cine que constituye una realidad virtual, gracias a la cual es posible, por ejemplo en nuestra especialidad, navegar a través de las diversas estructuras oculares, incluso siendo éstas tubulares, como sería el caso del conducto lacrimonasal, abriendo posibilidades casi inimaginables hace muy pocos años.


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